Lluvia de 45 minutos.

Omar Fernando Mejía Agüero
2 min readMay 12, 2021

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El viento comienza a calmar el incesante calor que ha perdurado toda la mañana. Después, las nubes un poco molestas por tanto sol cambian su color de piel a un tono más oscuro. Las flores moradas una a una dan saltos desde lo más alto de los árboles, flotando cual si tuvieran un paracaídas y van planeando hasta posarse sobre el piso de cerámica frío. Los árboles en medio de un carnaval acarician sus ramas entre ellos haciendo movimientos bruscos y silbidos profundos. Las hormigas abandonan su camino y brotan por los muros en busca de resguardo. Las aves inician el espectáculo en coro avisando que es hora de esconder las alas y regresar a sus moradas. En medio de tan espléndido concierto aparecen los habituales, los monos Congos. Con su aullido disonante desde la distancia, es una señal inequívoca de que ya está aquí. Después, un silencio peligroso. Todo alrededor se queda mudo, como si la calma volviera pero el cielo sigue oscuro y se siente un escalofrío.

Un pequeño escalofrío y de la nada se comienzan a escuchar las gotas, en el techo resuenan como si fueran tambores. Se acerca la tempestad y sobre los árboles caen cascadas. Las gotas que se golpean sobre el suelo descubierto, pareciera en cámara lenta y rebotan para multiplicarse en 10 gotas más pequeñas. Y la vida, se abre paso sobre tan magnífico evento natural. El agua taladra los suelos hasta llegar a las raíces de las plantas y así comienza el ciclo de la vida. La lluvia dilata 45 minutos.

Ya ha dejado de llover. Algunos charcos como espejos se mantienen para que el perro se moje las patas y uno que otro animal quiera pelear consigo mismo. La temperatura va aumentando nuevamente y las aves otra vez cantan pero diferente, agradecidas. En busca de alimentos reabre sus alas y en lo que sería el equivalente a un viernes negro inicia una guerra por captar la mínima semilla, gusano o fruta que se han precipitado al suelo por el aguacero. Y en medio de este momento delirante me quedo mirando al cielo, esperando el comienzo nuevamente del ritual de los 45 minutos.

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