“Almendro solárium”

Omar Fernando Mejía Agüero
2 min readMay 9, 2022

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Basta de palabras que llegan de donde no las veo. Basta de pensamientos que se filtran por los espacios entre las hojas.

No importa si es de día o de noche, si hay luz u oscuridad. Las piezas del rompecabezas están llenas de sangre coagulada. Las plumas del pavoreal no me parecen tan hermosas cuando guindan de una cuerda en el mercado de artesanías o en una tabla cuadrada.

Leo, escucho y me pregunto, ¿Estas palabras se transforman en sonidos? pero mis oídos están cerrados y mi lengua en el piso se retuerce llena de la tierra mojada y con las hormigas asechando.

No me importan los pensamientos furtivos que llegan después de las miradas sorpresivas, tampoco me importan los cantos de las personas que fingen calmarme, tampoco me gustan los olores perdidos de la carne podrida.

Voy caminando, como si mañana hubiese esperanza de un futuro mejor para las almas pobres de quienes no han tenido la fortuna de crecer en un barrio tranquilo. Y entonces la sombra que me protege se ha desvanecido, el almendro se ha caído, cansado de soportar tanto sol, y vos, ¿a qué has venido? si no es a sangrar la revolución de los que no han sido poseídos, de los almendros solarium. De la lucha del pueblo, por una sombra, por un techo, aunque esté roto.

Que se filtre el universo por las goteras, que el viento haga remolinos con las sábanas, que el temblor de los huesos se confunda con el chillido de las latas. Que estar vivos o muertos no sean requisitos para que la dignidad vuele como el humo de la leña quemándose, de la gente respirando, de la gente luchando.

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