Al otro lado de la ventana

Omar Fernando Mejía Agüero
1 min readJun 11, 2021

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Todos los días en mi cama, al lado de la ventana que da a la calle principal escucho historias que duran una fracción segundos. Historias que no tienen rostros. Parecen pensamientos que flotan en el aire de los días soleados y las noches frías. Algunos son lamentos y otros, son llamadas telefónicas con lágrimas de por medio, rara vez carcajadas. Durante estos días de “encierro voluntario” las personas en la calle son menos pero se notan más.

La ventana es un portal entre mi lado seguro y el abismo ciego de la gente que no tiene otra opción que estar afuera. Mi papá siempre hablaba de las almas que andaban en pena en el purgatorio suplicando por clemencia. No sé si eso existe pero mi experiencia desde mi cama al lado de la venta es lo más cercano a algo similar. A pesar de lo triste que suena, es una particularidad que me hace sentir menos solo y por eso no es de extrañar que aunque mi cuarto tiene tres paredes más prefiera la que tiene la ventana. Al fin y acabo las otras tres son mucho más frías y no me hablan, aunque sea por una fracción de segundo.

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